¿De visita? [Libre]

Llegé a Volterra por la noche. No era la primera vez que iba, y tampoco sería la última. No había avisado a nadie en Rumanía de que iba a ir a Volterra... tampoco había dicho que me iba a ausentar quizás, uno o dos días... Pero prefería que nadie supiera que había ido alli, seguramente, Stefan habría querido venir conmigo, por si pasaba algo. Pero no quería preocupar a mi amigo. ¿Para qué había ido? ¡Ah,sí! Había ido para hacerles una pequeña visita... una visita que no podían notar, porque si notaban mi presencia, podía darme por muerto. Sobretodo si estaban alli aquellos odiosos gemelos brujos.

Escuché que el reloj de Volterra tocaba las campanadas, aunque no presté atención a las campanadas que tocó. Miré hacia arriba y sonreí al ver luna llena. Me gustaban aquellas noches, si. Me quedé apoyado en la pared, con una pierna flexionada, tocando con ella la pared. Miré la luna de nuevo, pero esta vez, sentí unos pasos sigilosos dirigirse hacia donde yo estaba. Me quedé donde estaba, ya que era el lugar donde más sombras había, pero si el que venía hacia mí era un Vulturi, no haría falta que me viera, ya que los vampiros podíamos detectar a los demas vampiros, humanos o licántropos con suma facilidad. Me preocupaba la idea de que fuera un Vulturi, aunque me preocupaba aun más que fueran unos de los gemelos brujos. No me apetecía ser torturado por alguno de ellos.

Me encontraba en Volterra, Italia. Aquella pequeña ciudad me había llamado al atención desde el principio, sobre todo por nuestros señores que se dedicaban a organizar las reglas.

Estaba alojada en un hotel, estuve allí todo el día, obviamente no iba a salir, a pesar de que se armaria un escñandalo sería mi propio sacrificio, hice una mueca al pensar en eso, aún me quedaba mucho por vivir.

Finalmente salí, debian de ser las doce, ayq ue las campanas retumbaron , estba un poco lejos, pero para mí era fácil escuchar cualquier sonido, incluso el más minimo. Observe el cielo desde un rejado, hacia una noche bonita la luna llena acompañaba a las estrellas. Entonces un conocido olor captó mi curiosidad, interrumpiendo mi pequeña observación astronomica. No me podia creer que estuviese aquí... en la ciudad de su propios enemigos, me alrmé un pco ¿ y si estaba en peligro? Seguí el olor, hasta llegar a la plaza de la torre... su olor se hacia más fuerte en un callejó oscuro. Me acerqué con mis pasos sigiloso, y entonces lo ví, estaba sólo, sonreí mientras alzaba las cejas - ¿Vladimir? - pregunté tontamente, mientras me acercaba a él alegre.

Me quedé quieto unos momentos, poniendome en posición de ataque y apretando los puños. Escuchaba los pasos de alguien. Entonces, los pasos se hicieron... silenciosos. No escuchaba a nadie, solo podía ver la figura de una mujer esbelta. Jane estaba descartada. Ella era bajo y no muy alta, además, nada más verme seguro que hubiera caido al suelo. Comencé a pensar en las demás de la guardia justo cuando una voz familiar me llamó. Suspiré y dejé de apretar mis puños y poniéndome derecho, mirándola sin mucha sorpresa. —Qué sorpresa encontrarte aquí, en Volterra—murmuré sin emoción en mi voz mientras miraba de nuevo hacia la luna y le decía: —No digas mi nombre muy alto, aquí las paredes escuchan y no me apetece encontrarme con los gemelos brujos...—susurré soltando con desprecio ''gemelos brujos''.

No les tenía cariño. Al contrario. Si se morían o caían en batalla, mucho mejor para mí y los que estaban en mi bando. Esos gemelos eran un arma peligrosa pero útil. Algunas veces, los que estaban conmigo me proponían que me aliara con ellos de alguna forma pero... Eran violentos y odiosos, no quería a alguien asi entre los míos.

Le miré y ví como dejaba de estar tenso, debió creer que era algún miembro de la guardi, aunque sinceramente no entendía muy bienq ue hacia en Volterra, era algo tan ilogico y raro.

Observé su rostro, y le escuché hablar, sonreí de lado, mientras me acercaba a él, para quedar en frente suya - veo que no has cambiado nada - dije con algo de ironia acompañado de una sonrisa torcida. Luego alcé las cejas al ver que mote le había puesto a los enanos Vulturi - yo prefiero llamarles enanos Vulturi - me encogí de hombros, y miré a mi alrededor, sinceramente a estas horas no deambulaba casi nadie.
Luego volví mi vista hacia él - ¿que te ha traido por aquí? - la curiosidad pudo conmigo y no pude evitar preguntarselo - me hes dificíl de pensar que tú estes aquí, es completamente ilógico... a no ser que quieras espiarles - esa era la única buena razón que pasó por mi cabeza -¿ o es que tienes a alguna de la guardia enamorada? - le pregunté medio riendome, sabía como era él... tenia fama de ser un mujeriego a si que esa opción no me pareció del todo descomunal.

Me aparté algunos mechones de la cara, poniendomelos detrás de la sorejas, le observé detenidamente, quizás habia cambiado en la vestimenta, pero en nada más, seguía igual de seco que siempre, bueno al menos lo estaba siendo por ahora.

Me encogí de hombros cuando dijo lo de enanos. —Me da igual como llamarlos. Sigen siendo unos niñatos. —Dije con desprecio. Los Vulturis nunca me cayeron bien y menos ahora que tenían con ellos a los enanos Vulturis como dijo María o gemelos brujos. Escuché su pregunta y asentí cuando dijo si había ido a espiarles. —Bueno, si se le puede llamar así a esto ''espiar'' se podría decir que sí.—Murmuré sin darle mucha importancia. Escuché su pregunta de que si estaba enamorado de alguien de la guardia... Había tenido la cabeza agachada hasta el momento.

Alcé la cabeza y sonreí de medio lado. Desde hacía un tiempo, la esposa de Aro, Sulplicia, me había estado ayudando. Y... bueno, había comenzado a ''sentir'' algo por ella... Seguramente no fuera nada, posiblemente fuera el agradecimiento de ayudar a sus enemigos aunque no me fiaba de ella. Estábamos hablando de Sulplicia Vulturi,¿quién se fiaba de un Vulturi? —No me he enamorado de nadie, como para hacerlo de alguien que es de la guardia de mis enemigos.—Al acabar de decir aquello, resoplé.

Sonreí con cierta indiferencia al escucharle - en eso te doy la razón, són un poco bastante despreciables - hice una mueca, sinceramente era mejor no topase nunca con alguno de ellos.
Asentí mientras le escuchaba - pues me parece una forma muy peculiar de espiar - bromeé. Y eso para mí era cierto, aún tenía en mente que esa no había sido exactamente su razón, por que si no, no s ehubiese arriesgado tanto.
Alcé las cejas, cuando le ví agachar un poco la cabeza, me daba que había dado en el clavo, yo y mis premoniciones, sonreí un tanto satisfecha.
Le miré a los ojos - el amor no tiene fronteras - comenté dulcemente aquello era cierto y él lo sabía - y puede ser que alguien de aquí - dije mientras señalaba el suelo - esté de tu parte y esté un tanto acaramelada contigo, o acaramelado nunca se sabe - murmuré divertida para luego soltar una pequeña risa, yo y mis bromas tontas - ¿eso sería fantástico sabes?, tendrías la opción de saber cada detalle sobre ellos, sería como utilizarle - sonreí con un poco de maldad - a no ser que estés realmente enamorado - clavé mis ojos en los suyos, con tal de observar si me engañaba.

La miré a los ojos algo extrañado. —La pena es que no tengo a alguien así,¿sabes? Además,¿quién de aquí podría ayudarme? ¿Algún habitante de Volterra? Por favor, no sería de utilidad, no sabría ni defenderse. ¿Uno de la Guardia? Mejor que no se acerquen a mí.—lo último lo dije algo amenazante. Después recordé lo de acaramelado, algo que hizo que riera un poco para después, pegarme de nuevo a la pared.
—¿Acaramelado alguien conmigo? Venga ya. El colmo sería que esa persona fuera Jane.—comenté con un poco de humor. —A las pocas personas que les gusta mi compañía las he dejado en Rumanía.—repliqué señalando con mi barbilla hacia la salida de aquel callejón.